viernes, 17 de octubre de 2014

 No es la brutalidad el motivo más destacado de las confrontaciones deportivas de Cucumelo con sus contrincantes. Es posible encontrar en el público la expresión más bárbara y primitiva, patología de las poblaciones adictas al fútbol absolutamente decerebradas que reunidas en estadios intercambian códigos que dificilmente una persona civilizada comparta: por más que cada capítulo se desarrolle en la cancha, no es ni más ni menos que un reflejo a pequeña escala de nosotros. (De este modo pretendo justificar numerosas páginas de violencia que aquí, en este sitio, iré subiendo.)

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